Hay que remontarse hasta el siglo XVIII para conocer el origen de las conservas en envases estancos tal cual las conocemos hoy. Un maestro confitero francés (Nicolas Appert) sentaba entonces las bases de la solución a una preocupación histórica del ser humano como es la preservación de los alimentos perecederos durante largos periodos de tiempo.
Las conservas son hoy un elemento indispensable en cualquier despensa, de gran utilidad al ser capaces de unir el mantenimiento del sabor y propiedades de los alimentos gracias a los procesos de desarrollo e innovación de los fabricantes, con esa capacidad de mantener los productos intactos durante años. Son, por tanto, un excelente recurso que además implica otros muchos beneficios. Estos son siete de ellos:
1. Sabor, propiedades y seguridad: los procesos de fabricación actuales son los que permiten que en pocas horas la verdura recién recolectada en el campo quede envasadas y listas para la distribución. Lógicamente no es lo mismo que el alimento fresco del día, pero de esta forma sí se conservan la inmensa mayoría de las propiedades de sabor, aroma y textura, y todas las vitaminas y nutrientes; unidas a la garantía del cumplimiento de unos rigurosos protocolos de sanidad, higiene y seguridad alimentaria.
2. Ahorro de tiempo y limpieza: el motivo clave. Los procesos de fabricación de las conservas incluyen a menudo la limpieza, cocido y preparación de éstas, para que prácticamente se puedan comer ya una vez abierto el bote. No sólo supone un inmenso ahorro de tiempo en la cocina (importante en estos tiempos de prisas), sino que, de cara al medio ambiente, todos esos restos y partes que se desechan son gestionados de forma sostenible o bien devueltos al campo en el caso de aquellos que se sirven como abono natural para las tierras.
3. Comer sano: las conservas sobre todo de verdura o de pescado dejan sin excusas a quien dice no poder comer sano por falta de tiempo. A día de hoy, prácticamente todo lo que crece en el campo se ofrece en conserva, y esta se presenta siempre en formatos donde basta un breve y sencillo cocinado para poder disfrutarla en el plato.
4. Raciones: Uno de los grandes retos del ser humano hoy es la optimización de los recursos naturales, entre ellos la correcta gestión de los alimentos. A menudo se habla de cuánta comida desperdiciamos por haber hecho de más. Por eso cobra especial importancia la variedad de formatos de la conserva, desde los tarros para 1-2 raciones hasta los de gran tamaño destinados a sectores como la hostelería. Usando conservas, es mucho más sencillo atinar con las cantidades ajustadas a lo que se va a tomar.
5. Calidad: las conservas son ideales para trabajar en la cocina o incluso experimentar con platos más elaborados. Los procesos de fabricación garantizan una calidad uniforme siempre y evitan sorpresas desagradables que puedan arruinar un plato.
6. Vida en el tiempo: Los procesos de fabricación han logrado formatos de conserva que son capaces de mantenerse intactos durante muchos años, sin perder propiedades ni sabor, incluso a temperatura ambiente. Esto las convierte en un recurso muy valioso en cualquier despensa, práctico y que permite almacenar una gran variedad sin ocupar demasiado espacio.
7. Variedad: los avances en el sector de los fabricantes han permitido que a día de hoy el espectro de las conservas vaya mucho más allá de verduras, frutas o productos del mar. De esta forma, es fácil encontrar platos completos y creativos, elaborados y cocinados de forma previa, y listos simplemente para calentar y servir. Los distintos potajes de legumbres, los pimientos rellenos de distintas formas, guisos de caracoles o de aves son algunas de las propuestas que se incluyen dentro de las marcas de Grupo Celorrio.
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